jueves, 22 de enero de 2009

VOLVER A VOLTEAR HACIA ABAJO

"Volteamos al cielo. Pensamos en alto. Dicen, como sinónimo de éxito, que busquemos llegar "más arriba". Que volemos. Nos olvidamos de mirar el suelo. El piso de cualquier calle. La tierra de donde finalemente venimos. De agachar la mirada para (re) descubrir que somos -terraneos-. De recolectar..."
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Ayer, en una entretenida velada que se prolongó con el buen PoloSmith, ví un trabajo documental sobre los espigadores en una región de Francia de la directora Agnès Varda (el docu en la caja de Polo decía "Los espigadores y yo, pero hoy buscando algo al respecto vi que se llamaba "Los espigadores y la espigadora -Les Glaneurs et la glaneuse-). El trabajo es inspirador. Varda una genio.
Por partes pensé que era un "falso documental", pero ahora que leo, es un trabajo 100 por ciento real. Hay cosas que no creés.
El caso es que me recordó un trabajo que escribí a finales del año pasado, que no me han publicado, pero que estoy seguro algún día saldrá en el periódico "EL AL DÍA" (mensaje dirigido a Jesús Padilla).
Acá dejo, un intento por volver a mirar hacía el suelo sin que sea sinónimo de fracaso.
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LAS GARRAS DEL DESPERDICIO
Luis Miguel López/LíneaÁgata


“Es un pecado, mire, estos están bien buenos, apoco no es un pecado”, dice María Anacleta Higareda, mientras señala una caja de huevos y casi un kilo de jitomates destinados a ir a la basura que recogió de la Central de Abastos.
Camina con su carretilla y una escoba por las bodegas de la Central. No se avergüenza por recoger lo que tiran “los que tienen” dice, más bien le da pena ver los cientos de kilos de comida en buen estado que terminaran en los botaderos.
“Muchos tienen, muchos no tenemos, yo de aquí mantengo mi casa, tengo 7 años que le estoy llevando de comer a mis hijos de aquí, tengo seis chamacos (…) llevo huevito, me arrimo escojo, yo no digo que no, jitomatito, cartoncito para mis tortillitas (…) es un pecado, tienen más y muchos lo necesitamos, prefieren echarlo a un camión de la basura que dárselos a las personas”, dice María Anacleta y sigue indignada hablando mientras se va, al tiempo que sube sus utensilios y continúa su camino.
En la Central de Abastos de León, este desperdicio es recurrente y se ve de forma masiva todos los días de la semana. Ni siquiera se tiene un estimado de las toneladas de comida en buen estado que a diario se desperdician. Pero a menor escala y no por ellos menos grave, es el desperdicio de comida que se da en miles de hogares del país y de León, también a diario.
De acuerdo con cifras presentadas por Iván Restrepo, importante periodista especialista en temas ambientales, en el área Metropolitana de la Ciudad de México, se comprobó que cada día cerca de 200 mil kilos de tortilla y 150 mil de pan, en buen estado, son tirados a la basura.
Lo alarmante, señala, es que este patrón se repite en importantes ciudades del País, en las que se incluye León.
“Este hecho (el desperdicio de comida) no sólo tiene un impacto nutricio en los hogares, sino también en la economía del país, porque un patrón similar de desperdicio se repite en Guadalajara, Monterrey, León, Puebla, Acapulco y Nuevo León (…) ¿Hasta cuándo estaremos tirando riqueza a la basura?”, enfatizó.

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Carlos González lleva una sandía, más de 2 kilos de papayas, y una veintena de huevos en su triciclo. Dice que no va muy seguido a recoger comida a la Central de Abastos, pero “como está la cosa”, hay entrarle a todo. Con lo recolectado su familia, compuesta por 4 niñas, 2 niños y su esposa, comerán casi una semana.
“Ahora sí que están buenos, nosotros casi no venimos, pero como están las cosas, no alcanza uno, la situación está carajo para estar tirando”, dice y arranca con su despensa “rescatada” de las garras del desperdicio.


Entre el 5 y el 10 por ciento de la comida que se compra en los hogares es desperdiciada, asegura, Gerardo Bernache Pérez, doctor del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), unidad Occidente, en una entrevista publicada en la Revista del Consumidor en octubre de 2007.
“Un bolillito, unos panes, todo le sirve a uno, estando bueno, porqué no verdad (…) unos sí salen y nos dan que la sopita, está buena, está limpia, nos dicen (…) en otras (bolsas) vemos ya la comida, y la recogen para llevarse los que tiene puercos o animales”, dice desde una esquina en la colonia las Huertas, Dolores, trabajadora de Aseo Público.
En León, un estudio realizado para la Dirección de Aseo Público Municipal, por la empresa Gen Industrial, concesionada para la recolección de basura en la ciudad, reveló que la mayoría de la basura que se genera en la casas de la localidad, son residuos alimenticios.
Poco más del 38 por ciento de la basura generada en los hogares son residuos de comida. Pese a esto, Jesús Nájera Santana, director de aseo público municipal, asegura que el fenómeno del desperdicio, no se da en León.
“Yo no sé de dónde sacó eso (el dato citado Iván Restrepo) en términos generales la mayoría son residuos que tiene que ver con alimentos, pero ahí viene, lo que las abuelitas decían, que para los puerquitos verdad, es comida que ya no sirve (…) por la situación económica que se vive, en las casas no hay desperdicio, es comida, que otra persona ya no puedo comer, no como lo hace en esta referencia (Iván Restrepo)”, aseguró el responsable del aseo de la ciudad.

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Francisco resguarda un cesto con más de 3 kilos de jitomate que su mamá recogió en la Central de Abastos. Espera mientras se come una mandarina que también estaba ya en la basura. No dice nada, pero con su actitud, sin una palabra, contradice lo que afirma Nájera Santana.
“En la central de abastos, mandan a la basura lo que ya está echado a perder “, asegura el funcionario.
Más allá de lo inmoral que puede resulta el tirar comida a la basura y de las políticas que los gobiernos implementen para evitar esta pérdida de riqueza, el no tener conciencia de esta problemática afecta de forma directa a los bolsillos en los hogares.
Según datos del INEGI, el 30 por ciento de los ingresos en una familia son destinados a la comida. Si al mes una familia invierte 2 mil pesos mensuales en alimentación, y desperdicia el 10 por ciento de los alimentos, estaría tirando 200 pesos. Cifra que se agrava conforme las familias tienen mayor poder adquisitivo.

“Los datos anteriores muestran el fracaso en las políticas para disminuir la generación de basura y hacer un uso racional de los recursos, son un llamado de atención para el gobierno y los consumidores (…) no hay ninguna nación en el mundo que pueda ser indiferente al desperdicio de Comida”, puntualizó Iván Restrepo.


















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